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La Innovación en prácticas sociales es el método para lograr un nuevo modelo global de desarrollo sostenible.

-Innovación Social es el título de la última publicación del foro de expertos internacionales de La Fundación de la Innovación Bankinter.
-Organizaciones híbridas, que apliquen criterios empresariales a un propósito social, tendrán un papel fundamental en el escenario de la innovación social.
-El objetivo es conseguir un nuevo orden mundial de ‘globalización inteligente’.

Identificar las estrategias a seguir para lograr un modelo de organización social y económico que contemple los valores éticos y el desarrollo sostenible y propicie un progreso equilibrado en todo el mundo (lo que se llama ‘globalización inteligente’) es el argumento de partida de la última publicación de la Fundación de la Innovación Bankinter, realizada en colaboración con Accenture y titulada: ‘Innovación Social’, cuyas conclusiones serán presentadas esta tarde en la sede social del banco en Madrid con sendas ponencias a cargo de Ángel Cabrera, Presidente de Thunderbird School, y Ana Millán, Directora de la Fundación Accenture.

Si la ‘globalización inteligente’ es el objetivo, la innovación social es el método que ayudará a encontrar soluciones a retos mundiales cada vez más complejos: sistemas de sanidad ineficaces, degradación medioambiental, desempleo, falta de oportunidades, analfabetismo e inseguridad en la cobertura de las necesidades básicas a medio plazo.

El estudio hace referencia al nacimiento de un ‘cuarto sector’, como impulsor necesario de ese cambio global: modelos de negocio híbridos que luchan contra retos sociales combinando atributos y estrategias de los tres sectores tradicionales (empresa privada, entidad pública y organización social). Los objetivos de este cuarto sector se resumen en: identificar nuevas oportunidades de negocio en la solución de un problema social particular; desarrollar innovaciones para nuevo proyectos y asegurar ingresos predecibles que garanticen la sostenibilidad financiera.

Según el estudio, la solidaridad del siglo XXI estará articulada sobre dos tendencias: las soluciones de mercado para servir a la base de la pirámide y los emprendedores sociales que surjan de los propios países en vías de desarrollo.

Facilitar el acceso a las personas de ingresos bajos a una mayor oferta de productos y servicios es una manera de incidir directamente en su calidad de vida y en su manera de ganársela. En ese ámbito, el estudio destaca algunos modelos de negocio innovadores, como el pay-per-use, que permite pagar un pequeño precio por usar un servicio o producto sin la necesidad de adquirirlo; el modelo no frills service (servicio sin florituras) que cubre las necesidades de los más pobres a precios muy bajos gracias a un recorte en los extras, pero manteniendo la calidad; o el modelo paraskilling, que desagrega procesos de negocio en tareas más simples que puedan realizar trabajadores con escasa cualificación.

El ámbito medioambiental, por ejemplo, está repleto de proyectos creativos que se han extendido ya a los países en vías de desarrollo, como se pone de manifiesto en el crecimiento experimentado por el sector de ‘tecnología limpia’, cuyas empresas han incrementado en un año su beneficio en países como India un 167%, con proyectos del tipo: plantas de reciclaje de agua o construcción de ‘eco-ciudades.

Los expertos de la Fundación de la Innovación Bankinter defienden igualmente que la innovación social es la clave frente a muchos de los obstáculos en materia de salud, destacando proyectos que van más allá del simple descubrimiento y fabricación de medicamentos y que contemplan incluso la creación de nuevas vías de distribución para hacer llegar la atención a las poblaciones menos accesibles.

Otro tanto ocurre con la educación, donde se hace necesario desarrollar un marco legal e institucional de apoyo que fomente uno de los pilares fundamentales del progreso. Entre las tareas prioritarias: incentivar a las familias de los países pobres para que envíen a sus hijos a la escuela, buscar fórmulas para reducir o eliminar los costes económicos que dificultan esta asistencia, reforzar la figura del profesor como piedra angular de la enseñanza, crear programas específicos para alumnos con problemas de exclusión (niñas, discapacitados, alumnos de países en conflicto…), sanear las instituciones educativas públicas, o incluso aplicación de las tecnologías de la enseñanza a distancia y del e-learning en las escuelas, universidades y centros de formación profesional

En definitiva, encontrar un nuevo modelo de desarrollo sostenible pasa por implementar proyectos innovadores que, apalancados en las nuevas organizaciones del llamado ‘cuarto sector’, sean capaces de procurar bienes y servicios asequibles para aumentar el nivel de vida de los más desfavorecidos y para hacer frente con éxito a los retos de un mundo globalizado.